CALLES DE LA CIUDAD DE MANISES
CARRERS DE LA CIUTAT DE MANISES:
CARRER DE L’OLIVAR
Dentro de la intención de dar a conocer las particularidades de Nuestra Ciudad, si fisonomía, historia, construcción y, sobre todo, sus GENTES, a través de los tiempos, hoy hago la reseña de la calle de l’Olivar, una información que he rescatado de nuestro Gran Manisero, Cronista Oficial Perpetuo de Manises, pero con añadidos de fotos y textos particulares, para que podamos ver en toda su magnitud lo que -en este caso fue- esta calle.
INTRODUCCIÓN:
Incluyo esta introducción, porque algunos de los pasajes de lo que aquí se relata puede chocar con la realidad del momento, siendo que lo estoy transcribiendo en enero de 2021, y tanto esta primera parte, como la segunda -con nombres y apodos- que va a continuación, corresponde a la fecha que José María lo publicó, el mes de febrero de 1981 (siglo XX) en el BIM número 11, página número 16. Las fotografías de mi archivo particular, tanto de hace años, como las que he hecho en la actualidad, de enero de 2021.
«Esta
calle tiene la singularidad de presentar dos aspectos urbanísticos
en su no largo tramo.
En
su arranque, junto al antiguo “carrer de la pilota”, es una calle
estrecha, de parecido trazado a otras de pasados siglos, como la de
San Vicente, San Juan, etc., muy cercanas a ésta que nos ocupa.
Su
nacimiento debió partir, con casi toda seguridad, de un “trencall”
en la muralla, o pequeño portal, para salir hacia las próximas eras
y no tener que acudir a la puerta más cercana, que era la llamada
“portal de Ribarroja”, situada entonces en la hoy confluencia de
la calle San Pascual con la calle Mayor. La salida hacia la huerta, por la
cisterna (que se encontraba en la plaza del Castell-Ayuntamiento) tampoco debió ser aconsejable, y de ahí que surgiese esta
pequeña puerta o “trencall”, naciendo algunas casas, arrimadas a
la muralla, junto al camino que se formaría para ir a las eras.
Casas que formando calle se fueron prolongando, y ensanchando su
trazado hasta unirse a la del Cura Catalá.
Esta
calle tuvo una muy fuerte personalidad en pasados tiempos (no tan
pasados por cierto) con un vecindario muy unido, y celebrando unas
singulares y muy populares fiestas a San Antonio Abad, dado que esta
Procesión pasaba por dicha calle, pues como muchos recuerdan la
Procesión al Santo de la “Capelleta” no seguía el itinerario
“tradicional y de costumbre” y discurría por todas estas calles,
consideradas como el vecindario de la “Capelleta”.
La Capelleta de Sant Antoni, el del Porquet, que se encuentra en la calle de Mossen Pere Esplugues, esquina a la calle del Sagrari, que es donde se celebra todos los años, el 14 de agosto, la festa de la Traslació. Foto de Manises Online.
Para
las Fiestas del Santo, que antaño se celebraban en el segundo
domingo de septiembre, se adornaba la calle con gallardetes de
variados colores, primero eran de papel, pero dado lo efímero de su
vida optaron por hacerlos de tela y guardarlos de un año para otro.
A
las entradas y por el medio se ponían algunos adornos
extraordinarios a base de cañas y algún que otro arbusto, formando
unos sencillos aros, de los que colgaban aquellos globos “chinos”
de rizado papel con su bombilla de luz.
Esta fotografía tomada por Pepe Gadea, en los años 1950 (siglo XX) en la Base Aérea de Manises, donde se hacía el servicio militar, es el fiel reflejo de en qué consistía el juego. Como se puede ver la persona que está con el palo en la mano, intentando pegarle al perolet, va con los ojos vendados, y al final de la cuerda está la persona encargada de menear -tirar o estirar la cuerda, para que no puedan pegarle. Archivo de Manises Online.
Independientemente
de la Fiesta al Santo para todo el Barrio, esta calle, que noblemente
rivalizaba con el vecindario de la “Capelleta” y del de su vecina
calle de Santa Ana (ahora llamada de Monseñor Aviñó) organizaba sus propios actos, que
consistían en cucañas, “perols” (con abundante harina en unos,
para “blanquear” a quienes andaban cerca a la hora del garrotazo
final, y alguna que otra rata en otros, que tantos saltos hacían dar
a las jovencitas que estaban allí junto a los chicos, “héroes”
palo en mano, que luego tenían la recompensa de alguna peseta, de
aquellas de plata, si se habían portado bien, sin causar mayores
estropicios), y sobre todo las concurridas “verbenas” a cargo del
también vecino “Chuano el Carboner” (Juan Ruiz Alemany),
Biografía en este enlace:
http://manisesonline.blogspot.com/search/label/Juan%20Ruiz%20Alemany%20%28Chuano%20El%20Carboner%29
un hombre bueno, clavario
“perpetuo” de San Antonio Abad, cuyas dianas amenizó muchos
años con su acordeón desde arriba de su propio carro, adornado con
cañas y banderitas. El tío “Chuano el Carboner” falleció el
día 1 de marzo de 1977, a los 70 años de edad; había nacido en
Monserrat (Valencia) pero de muy jovencito vino a Manises con sus
padres y aquí discurrió toda su vida.
Una
familia entusiasta de esta Fiesta fue el “tio Sidro el Vaquero”,
y su cuñada Mercedes, una delgada mujer, puro manojo de nervios,
capaz de movilizar a toda la calle y más, como así sucedía. Ella
preparaba “els perols”, facilitaba la cuerda y desde un balcón
llevaba la cuerda del “perol”, con los apropiados “tirones”,
“subidas y bajadas” que hay que dar, a fin de que el momento tenga
emoción y el “aaaaayyyyy” sea general, cuando la olla pasaba
rozando el palo sin que este lo tocase o cerca de la cabeza del mozo
que, tapados los ojos, lanzaba garrotazos al aire.
También
allí habían concursos de trajes infantiles, aunque no faltaba la
pareja de “grandots” que vestidos de novios, con un blanco traje
de cola del que ya no se podían pasar los ojales por más apreturas
que se hiciesen, eran los que llevaban el alborozo general a todos
los vecinos.
esta calle tuvo sus gentes que destacaron en la vida social de
aquella Manises, de la que prácticamente nada queda (repito: artículo publicado en 1981). De todas
formas, nos referimos al médico don Vicente Rico, a cuyo
fallecimiento se dio la circunstancia de que no pudieron tocarse las
campanas, pues una tormenta había soltado la veleta del campanario y
por motivos de seguridad no se podía subir allí.
En
esta calle, y en la casa número 11, nació el día 5 de junio de
1907, don Luis García Oliver (pueden encontrar su biografía y gran parte de su obra en este blog: Archiu per Temes-Archivo por Temas-Hemeroteca: Luis García Oliver, siempre buscar por orden alfabético de NOMBRES), hijo de don Luis García Falgás,
a la sazón director artístico de la fábrica Hijos de Justo Vilar
(pueden encontrar la historia de esta fábrica en este blog: Archiu per temes-Archivo por Temas-Hemeroteca: Fábricas de azulejos de Manises: Hijos de Justo Vilar, S. en C.). Su tío fue Pascual Capuz, un destacado pintor, y en este
ambiente familiar no fue extraño que nuestro paisano siguiese la
carrera del arte y descollase como pintor, principalmente retratista,
obteniendo distinciones nacionales.
Regaló
a Manises una variada muestra de su producción, así como parte de
la colección “ex-libris” hechos por su padre (en la biografía que aquí encontrarán podrán ver la relación de lo que regaló al Museo de Manises y que no está expuesto ni ME LO HAN FACILITADO PARA PODERLO PUBLICAR. SÓLO ESTÁ EL TÍTULO). También en el Museo de Cerámica “González Martí”
de Valencia cuenta con interesantes muestras de este destacado pintor
. Falleció en Barcelona, donde residía, el 31 de julio de 1977.
En
la casa número 4 habitaron durante muchísimos años los que
cariñosamente eran llamados “los Malaenos”, descendientes de
aquella simpática carnicera, la “tía Malaena” (la abuela), cuya
profesión siguen hoy varios de sus descendientes.
En
la casa número 7 nació don Fermín Vilar Taberner, quien al
celebrar sus Bodas de Oro Sacerdotales (era entonces Párroco de
Alfafar) quiso venir a esta misma casa, para que desde allí saliese
la comitiva, al igual que ocurrió cincuenta años atrás (de don Fermín van a tener un extensa y completa información, prácticamente un libro, que se podrán guardar -está en pdf- y que es la vida, su vida, una completa biografía de Don Fermín, junto con fotografías de la época, tanto en Alfafar como en Manises). En breve, lo que me cueste de introducir.
Un
poco más arriba, y en la pequeña casa señalada con el número 12,
vivieron largos años los “cuheters”, y aún hoy siguen sus
descendientes. Una familia de muchos miembros, cuyo bisabuelo
falleció de accidente allí mismo (según nos contaron) al
incendiársele y explotar la pólvora con la que preparaba los
cohetes y “masclets”.
No
hace muchos años falleció “el tío Pepet el Fuster” , en la
casa número 18, donde habitaba. Era un verdadero artesano de la
carpintería, de la que muy buenas muestra dejaron él y su hermano
Miguel, “fusters de la Capelleta”. Fue un buen músico de la
banda de la Sociedad Musical, y cuantos le conocieron guardan un
grato recuerdo de su persona.
Y
terminamos ya recordando al “abuelo Soriano” y sus hijos,
transportistas que vivían en la casa número 23, y poseedores de uno
de los primeros camiones que, hace ya más de 50 años, circulaban
por Manises y provincia dedicados al transporte.
Y
con ellos dejamos representados a todos los vecinos, de los que
podríamos citar más nombres, personas y hechos anecdóticos, pero
que por la brevedad de este artículo hemos de terminar aquí, al
tiempo que rogamos disculpas a quienes hemos citado por los apodos,
los que hemos hecho en plan amistoso y como cariñosamente son
conocidos».
Hasta aquí el artículo de José María Moreno Royo, que se publicó en 1981, en el BIM de la época, en 1981, y en el que habría recogido información de los archivos pertinentes.
Las fotografías son de mi archivo particular, unas antiguas y otras tomadas -como así se indica- en este mes de enero de 2021.
Pepe Esteve
Manises Online
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