Biografies de Manisers Ilustres
Biografías de Maniseras Ilustres

                                                                                                            

Fotografía tomada en el mismo lugar donde estaba ubicado el 
«Armonium», donde cantaba el Coro Parroquial, y donde en
la actualidad existe una placa de cerámica, que sus
alumnos cantores -en su recuerdo- le dedicaron.

DOÑA CONSUELO BORRÁS SANCHO
Organista de la Parroquia de S.J.Bautista
Manises, 07.05.1891
Manises, 07.11.1974
Dª. CONSUELO BORRÁS SANCHO, incansable y entusiasta organista de la Parroquia, fallecida el 7 de noviembre de 1974, tras una vida dedicada por entero a la música, principalmente la religiosa, a dirigir los varios coros femeninos y masculinos que durante su tiempo se sucedieron, y a trabajar por la niñez y juventud. Nació en Manises el 7 de mayo de 1891, efectuando sus estudios en régimen de internado en las Religiosas Carmelitas de la Caridad de Santa Ana, destacando sobre todo en la asignatura de piano. En el Conservatorio de Valencia, y de una sola vez, se examinó de todos los cursos de solfeo, iniciando seguidamente la carrera de piano, en la que alcanzó el título del profesorado, obteniendo muy brillantes notas y Premio Fin de Carrera, que consiguió en edad muy temprana aún. Su actividad la desarrolló, dada su preparación, como maestra concertista, pianista y directora de coros.

Tuvo una destacada actuación en el III Congreso Eucarístico Nacional, celebrado en Toledo en el año 1926, en donde la crónica de aquellos actos señala la participación del Coro de Manises en la Vigilia Nacional de la Adoración Nocturna Femenina, en la noche del 22 al 23 de Octubre. La crónica prodiga alabanzas por la actuación de aquel Coro, y calla (por deseo propio) el nombre de su artífice que era Dª. Consuelo Borrás. Fue condiscípula de José Iturbi, con el que le unían lazos de sincera amistad, y de una gran soprano, doña Conchita Cabanes que, tras haber superado las pruebas oportunas y poder haber sido la primera figura de la Opera, en la <> de Milán, renunció a todo, y siguió su callada labor en el Magisterio Nacional, principalmente en Manises.

Dª. Consuelo ejerció su labor de organista parroquial como un apostolado, y así lo han reconocido muchos, y un grupo de sus cantores que, a su fallecimiento, han dejado un grato recuerdo sobre unos azulejos maniseros, fijados en la pared del templo, junto al viejo «armónium», a los pies de la Imagen de la Purísima Concepción,  donde pasó tantas y tantas horas dedicadas a armonizar todos los actos Litúrgicos, Misas y ensayar los cantos de los grupos de coros que han existido durante tantos años.



Comisión del VI Centenario (1370-1970) de la Creación de la Parroquia de San Juan Bautista de Manises, la primera parroquia de Nuestra Ciudad. La fotografía de Pepe Gadea está tomada en la escalinata del Altar Mayor.

¡¡¡ Dª. Consuelo a muerto !!! Esta es la frase que, cual furioso vendaval, sacudió Manises, el impacto de la noticia produjo una fuerte conmoción en el corazón de los maniseros.

Días antes de morir, postrada en el lecho de la enfermedad, Dª. Consuelo soñó un Acto Sacramental, majestuoso, extraordinario, sublime; y al vislumbrar que en el sacrificio se precisaba de víctima no dudó en ofrecerse como tal.

Porque un corazón como el suyo, que amaba tanto y tan intensamente, necesitaba expansionarse, ensancharse. Pero como amar es sufrir, quien mucho ama mucho sufre; y una desviación de nacimiento en su columna vertebral iba presionando sobre el corazón. Cuando por el peso de los años el cerco se estrechó al máximo, el corazón resultó ahogado. ¡Qué dulce es morir de amor!.

A quien mucho ama, Dios mucho perdona. Por eso, junto al dolor, nos reconforta la esperanza cristiana. Confiamos en que la inmensa bondad de Dios, nuestro Padre, y los méritos infinitos de su Hijo Jesucristo, la hayan acogido en la patria de los bienaventurados.

Por eso doña Consuelo vive. Vive en presencia de Dios, cual hija predilecta suya, y ante la mirada de la Reina de los Ángeles María Santísima, sus dos grandes amores, a cuya mayor honra y gloria dedicó toda su existencia.

Pero vive también en nuestro recuerdo: por sus obras, por su ejemplo, por sus enseñanzas. Fue como un astro fulgente que pasó haciendo el bien. Quizá hasta hoy no nos hemos dado cuenta de su gran labor. Qué ciegos somos cuando en un mundo en el que domina el placer, la sensualidad, el egoísmo, los privilegios, los dividendos, etc., no nos fijamos en estos mirlos blancos que el Señor nos manda para que a la vistas de sus obras glorifiquemos a su Padre que está en los Cielos.


Félix Gallego Gallego.

PD: Las fotografías y montaje de la biografía son de mi archivo particular, cuya fuente es el archivo fotográfico de Pepe Gadea.
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